En las últimas décadas, las ciudades han crecido a un ritmo desenfrenado, aumentando su población y sus extensiones, sin embargo, crecen lentamente en ofertas de servicios de movilidad, de empleo, de servicio básicos, de habitabilidad y medio ambiente, aumentando brechas de desigualdad e inequidad, donde los conflictos son permeados por la violencia alcanzando niveles de epidemia.
La presencia de la violencia en una sociedad indica que las personas están imposibilitadas de realizarse en los diversos planos del desarrollo humano, por causas directas, indirectas o invisibles, puesto que hay una limitación en la prestación de los servicios públicos, se perjudica la inversión en capital humano, social y económico, pues los gastos se priorizan en “seguridad”, se generan pérdidas de vida, hay una ruptura en el tejido social por el miedo y la desconfianza, se afectan las infraestructuras y propiedades, entre otras.
La utilización de la violencia como mecanismo mediador en las relaciones sociales, crea unos significados, unas prácticas y unas territorialidades particulares, tanto en las personas como en las comunidades. La adopción del acto violento como medio de solución de los conflictos refleja un rechazo a lo diferente y distinto, una deficiente comunicación y mediación en la interacción entre pares, una baja concepción de la ciudadanía y de la democracia, ningún respeto por los derechos humanos.
Es por ello que debemos considerar la violencia como una problemática de salud pública, que nos convoque a un proceso de intervención bajo el esquema de las comunidades y de una mirada de las poblaciones como un todo y no desde una mirada individual, buscando procesos de intervenciones multidisciplinarias e integrales para abordar una problemática multicausal.
La Cruz Roja Colombiana Seccional Antioquia, ubica la violencia como un reto humanitario, pues es unas de las principales causantes del sufrimiento humano y genera grandes costos frente al respeto de la vida y la dignidad humana. En su trabajo humanitario y su misión institucional, la Cruz Roja ha venido estudiando, reflexionando e implementando herramientas y metodologías que permitan desarrollar habilidades para la transformación de conflictos, la convivencia social, el respeto a la vida y la dignidad humana, así como una cultura de paz, generar oportunidades y alternativas coherente al contexto y a las personas, buscando empoderar a las comunidades, apoyando la organización comunitaria y acercando la institucionalidad.
Es un trabajo desde una mirada holística, es decir desde los diferentes entornos donde se encuentra y se relacionan las personas. Es un trabajo de todos, que inicia en reconocer el proceso desde las personas, el cómo yo transformo mi realidad, desde cómo asumo un compromiso por el cuidado y respeto de mi vida, cómo asumo y me comprometo con mis sueños. Para luego pensar, reflexionar y actuar en los otros entornos, como es la familia, la escuela, el trabajo, el barrio, la ciudad, entre otros.
Pero también es un trabajo articulado con la institucionalidad, como garantes de los derechos humanos que se movilicen en pro de construir comunidades resilientes, empoderadas que sean capaces de solucionar o transformar los conflictos o las tensiones sin la necesidad de utilizar la violencia.
Es contribuir en la construcción de una cultura, en la que los individuos, las instituciones y las sociedades reconocen la diversidad y la diferencia desde la óptica del respeto a la vida, al bienestar y la dignidad humana, es el cuidado por el entorno donde convivimos, es buscar compromisos para solucionar o transformar los conflictos y los problemas de manera positiva y constructiva, abatiéndose siempre de herir a otras personas, grupos, comunidades o así misma. Es una cultura donde la violencia no tiene cabida.
Para la Cruz Roja prevenir y mitigar la violencia, fomentar una cultura de paz y de inclusión social, es un objetivo estratégico, que incide en la transformación de los entornos como protectores hacia el respeto por la vida, por la diferencia, al cuidado del medio ambiente, promover sentido de solidaridad, de construir con el otro, de transformar la cultura de la violencia, por una cultura de la paz y la no violencia.
Por: Ana Mercedes Peña Valero, Analista de Violencia Urbana, Cruz Roja Colombiana Seccional Antioquia.